La música en Roma es heredera de la música
en otras civilizaciones, especialmente de la griega. Roma conquistó
Grecia, aunque ambas culturas se fundieron. Evolucionó a su manera la música,
variando en ocasiones su estética.
En esta época adquieren gran importancia
las representaciones teatrales acompañadas por música y el acompañamiento musical
en el anfiteatro. Juglares y acróbatas actuaban por las calles de la ciudad
acompañados de personas que tocaban la pandereta y la tibia. La música militar
se desarrolló también en esta época.
Habitualmente se utilizaba la música en
las grandes fiestas. Eran muy valorados los músicos virtuosos o famosos,
añadiendo vertientes humorísticas y distendidas a sus actuaciones. Estos
músicos vivían de una manera bohemia rodeados siempre de fiestas.
Con motivo de los Juegos romanos aparece
la figura de los ludiones (actores de
origen etrusco que bailaban al ritmo de las tibiae).
Los romanos toman esta figura y le añaden el elemento de la música vocal. A los
nuevos artistas los denominaron histriones
(bailarines en etrusco). Ninguna
música de este estilo ha llegado hasta nosotros, salvo un pequeño fragmento de
una comedia de Terencio.
Cuando el Imperio romano se consolida,
llega la inmigración que enriquece considerablemente la cultura romana. Fueron
relevantes las aportaciones de Siria, Egipto e Hispania. Vuelven a aparecer
antiguos estilos como la citarodia
(versos con cítara) y la citarística
(composición musical sólo para cítara). Eran habituales los certámenes y
competiciones en esta disciplina. Pese a todo esto, no está claro que Roma
valorara institucional y culturalmente la música.
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